El gato siempre es considerado como un símbolo de la mujer (o de lo femenino), tanto en lo bueno como en lo malo, pero siempre bajo una aspecto sensual e instintivo, por lo cual es un sueño frecuente en el caso de fetichismo, en los cuales el temor a ser arañado revela el miedo a que su perversión llegue a ser conocida.
Pero cuando no es así, soñar con que un gato nos hace arrumacos, significa que una mujer utilizará todas sus marañas seductoras para conseguir de nosotros cuanto pueda; pero si en el sueño hacemos huir al gato es que no logrará sus egoístas deseos.
Dar de comer a un gato augura problemas y rivalidades amorosas. Si nos araña, infidelidad conyugal o peleas entre amantes. El solo hecho de ver a un gato u oír sus maullidos presagia traiciones y engaño; si el gato es blanco el traidor será un falso amigo, pero si es negro, es perfidia de mujer, celos y toda clase de problemas amorosos, acompañados además de mala suerte.
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