jueves, 9 de agosto de 2007

Agatha "La Gata"

¡Miau y Hola a todos!

Soy AGATHA "la Gata", una cariñosa y juguetona común europeo de color blanco y negro, que tiene una historia que compartir con todos vosotros.
He sido callejera desde hace mucho tiempo. No se cuantos años humanos tengo, pero mi día de suerte fue cuando conocí a mi ángel de la guarda en Mayo del año 2000.
A mi me encantaba tomar el sol tumbadita sobre el techo de los coches de mi calle. Enseguida una chica se fijó en mi, pero yo siempre salía corriendo; me daba pánico de la gente "mala" porque ellos siempre me hacían daño. Ya sabéis, para los gatitos pequeños todo son caricias, pero para los adultos de la calle como yo sólo quedan las patadas y las pedradas y nosotros también tenemos nuestro corazoncito.
Mari Carmen, aquella chica, tuvo mucha paciencia conmigo. Ella estaba enferma, de algo en la espalda y andaba cojeando, pero siempre encontraba tiempo y se esforzaba para buscarme por el barrio y bajarme comidita rica. Su padre tenía un taller en mi calle y ella se pasaba todo el día allí sentada. Yo terminé acostumbrándome a ir a por mi comida y ella me trataba siempre muy bien a pesar de que la gente del barrio la decía que perdía el tiempo dándome de comer. Lo peor es que yo estaba preñada y me fui a parir escondida en una alcantarilla; así de dura es nuestra vida. Tuve dos gatitas tan bonitas, pero tan esquivas con los demás como yo.
Terminé cogiéndole mucho cariño a Mari Carmen, pero apenas 2 meses después de parir, noté que estaba esperando gatitos de nuevo ¡Miau, qué mala zarpa!.
A los padres de la chica, les gustaban los animales, pero tenían una idea equivocada sobre los gatos, casi como piensa todo el mundo y no tiene nada que ver con la realidad. Somos geniales y encantadores...! La cuestión es que ellos no me querían llevar a su casa, pero ella logró convencerles de que me acogieran en el taller. Allí tuve a mi segunda camada: 6 gatitos preciosos. Menuda diferencia entre la alcantarilla y mi nueva camita mullida y caliente. Yo seguía siendo muy desconfiada con todos menos con mi dueña, pero poco a poco fui teniéndoles cariño a todos los míos al ver que me adoraban.
De mis hijitos, sólo pudieron quedarse con FANNY, la más traviesa y juguetona de todos y los demás encontraron nuevos hogares con gente de los "buenos".
Enseguida llegó el traslado del taller a casa y ahora dormimos las 3 juntas en su cama. Aquí si que soy feliz con mi hija Fanny y Mari Carmen.
Victoria, mi veterinaria, dice que parece mentira lo bien que me he adaptado a vivir mi nueva vida y que valoro cada caricia, por lo mal que lo había pasado en la calle. Todavía me da miedo asomarme ni siquiera a la puerta, no vaya a ser que me quede fuera...
La gente del barrio me conoce y le dice a mi dueña que a mi me ha tocado el premio gordo de la lotería cuando ella me adoptó. Lo más curioso del asunto es que ella, que ahora está mucho mejor de la espalda, me dice que yo la saqué de una depresión, y lo que la hacía seguir adelante era bajar a buscarme todos los días fuera como fuese. Así que, piensa que a la que le tocó el gordo fue a ella al haberme encontrado. ¡Re-miau qué suerte hemos tenido las dos!. ¿No creéis...?.
Espero que os haya gustado mi historia y que a todos los gatos callejeros como yo algún día les toque también la lotería. Se lo merecen....
Fdo. AGATHA "la gata"

Nota: Tengo archivada esta historia desde hace varios años; no se de dónde la obtuve, por lo que pido disculpas a su autora, a la vez que solicito su autorización para publicarla.