jueves, 26 de julio de 2007

La curiosidad del gato


Los gatitos nacen sordos y ciegos. Hacia los 8 ó 10 días, el cachorro abre los ojos, lo cual le permite empezar a descubrir el universo. Comienza entonces a observar todo lo que lo rodea, pero a esta edad su curiosidad no puede ser todavía perfectamente saciada, pues se arriesga poco fuera de su nido, entre el sueño y las mamadas.

Hacia las tres semanas de nacidos los gatitos son ya capaces de coordinar sus movimientos. Ellos ensayan y buscan tocar objetos y realizan sus primeras y verdaderas exploraciones. Estas tentativas, son tímidas y el mínimo acontecimiento provoca un rápido retorno hacia su madre. El cachorro se interesa por todo lo que descubre: mordisquea, lame la superficie y los objetos que encuentra, y se familiariza con su medio cada vez más amplio.

Hacia las seis semanas el cachorro está abierto a todas las novedades y es éste un período importante para su socialización. Luego su curiosidad puede apagarse o por el contrario mantenerse. Todo depende de los estímulos que reciba, de su frecuencia y de su naturaleza. Es entonces importante que el hombre manipule con frecuencia los gatitos para hacerles olvidar todos sus temores, pues un gato miedoso no puede ejercitar su curiosidad. Cualquier cosa es suficiente para interesarlo y motivarlo a jugar. Un gato que ha sido criado en confinamiento, sin contactos con el exterior ni con otros animales o humanos, conserva en la edad adulta una cierta reserva con respecto a todo lo que no conoce, o por lo menos despertará su desconfianza.

El destete es la ocasión para los gatitos de satisfacer otra curiosidad alimenticia y gustativa esta vez.
La curiosidad, el juego y el mimetismo son comportamientos característicos del gato, pero su instinto cazador hace que cualquier objeto insignificante atraiga su atención al punto de hacerle correr riesgos importantes. No hay edad para tener curiosidad para todo. Por ejemplo, viendo al hombre abrir una puerta, el gato tendrá la idea de imitarlo y accionar el mismo la manija, actitud que puede considerarse un juego, pero que está justificada por el interés de lo que puede encontrar detrás de la puerta. El gato está dotado de una gran capacidad de aprendizaje, que no podría explicarse si no fuera porque está permanentemente devorado por una curiosidad insaciable.

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