Foto: Jorge Vargas/CONACULTA
El libro
Al escribir Paola Velasco prefiere el silencio absoluto, el sosiego y la compañía de alguien cuya presencia no la perturbe. Cuenta la autora que desde su infancia ha tenido una inclinación afectiva hacia los gatos, aunque no fue sino hasta la mayoría de edad que adquirió el primero y lo llevó a vivir a su casa. Comenzó entonces a coleccionar objetos alusivos: esculturas, libros e ilustraciones, hasta que se dio cuenta de que esta afición podía dar origen a un libro de ensayos.
Maestra en Literatura Latinoamericana por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, la escritora fue becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas en dos ocasiones. Actualmente es jefa de redacción de la publicación Pliego 16.
En una pared de su área de trabajo está pegada la portada de un número de la revista The New Yorker ilustrada por un gato con la cola en forma de espiral. En su escritorio aparecen una agenda de actividades con felinos de distintas razas y atrás, en una mesita, unas postales de gatos.
En distintas épocas este animal ha servido a la literatura para tratar los temas de misterio y femeninos. Adolfo Bioy Casares, Patricia Highsmith, Jorge Luis Borges y Juan García Ponce, por nombrar algunos, evocaron su figura como símbolo del enigma y sensualidad.
En su libro Las huellas del gato, Velasco escribe cinco ensayos inspirados en el felino y su relación con elementos místicos, estéticos y eróticos. Los gatos literarios, aquellos que evocan las fascinaciones que produce una mujer y su misterio, aparecen como seres a los que el lector puede contemplar de cerca.
Explicó que en uno de los textos un gato egipcio es personificado por la diosa Bastet, hija de Ra, el sol y representación de la fertilidad, la exuberancia, la alegría y la salud. ¿La transformación del gato en un ser demoníaco ocurrió en la Edad Media, época en la que las creencias paganas fueron condenadas por el cristianismo¿, afirma.
Velasco considera que el gato tiene cualidades que lo asemejan a la mujer: ¿Desde la perspectiva masculina se les ha visto como seres inabordables, de los que no se puede tener control. A una mujer no es posible poseerla del todo y a un gato no es posible domesticarlo completamente, pues siempre conserva algo de su naturaleza salvaje¿.
A la ensayista xalapeña el gato le ha abierto otros caminos para la creación literaria. El segundo ensayo de la publicación, titulado Balthus: un trazo de siete vidas, relata cómo la muerte de la mascota de un pintor en la infancia sirvió como detonador de un trabajo pictórico colmado de ojos amarillos y colmillos desafiantes.
La historia de Balthus es un caso ejemplar de la relación que existe entre la experiencia del sufrimiento producida por una pérdida y el poder de sanación como efecto de la creación artística.
Ese caso fue la semilla de un ensayo nuevo al que Velasco tituló Del dolor y que forma parte de la compilación El hacha puesta en la raíz publicada por el Fondo Editorial Tierra Adentro.
Una característica de Mina von Barnhelm le sirvió a la autora para definir el proyecto en el que trabaja actualmente: la mirada felina, capaz de concentrar su atención en objetos precisos por tiempo prolongado, le proporcionó la idea de escribir una serie de ensayos basados en diversos objetos y las asociaciones filosóficas que pueden desprenderse de ellos a partir de la observación.
Lectora de Michel Tournier y Juan García Ponce, define su escritura como ensayo íntimo o texto al borde de la confesión personal. Su libro Las huellas del gato se presenta el 26 de julio a las 19:00 horas en la Sala de Arte Público Siqueiros, sito en Tres Picos 29, en Polanco. El volumen está disponible en la red de librerías Educal Arte y Libros del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
Autor/Redactor: CONACULTA
Editor: Manuel Zavala y Alonso
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